Voyage, una experiencia interactiva y lumínica
Voyage, una instalación lumínica compuesta por una flota de 300 «barquitos de papel» luminosos que permiten al público interactuar con la obra y cambiar los patrones lumínicos a través del uso del móvil. Creada por Aether & Hemera, un tandem artístico compuesto por el arquitecto Claudio Benghi y la artista Gloria Ronchi, quien habitualmente trabaja con luz. La instalación formó parte de un programa de arte público impulsado por el grupo empresarial Canary Wharf para animar las oscuras noches de una zona de rascacielos de Londres durante el pasado invierno.
La luz, un elemento que ha jugado un papel muy relevante en la creación artística, en todos los periodos, pero de forma absoluta en algunos, o que se lo pregunten a los impresionistas. Pero digamos, que no será hasta los años 60 cuando se utilice como «materia prima», relacionado o vinculado en ocasiones al arte cinético, o al optical art, a corrientes artísticas abstractas centradas en la búsqueda de movimiento, o la sensación del mismo, de la mano de artistas como el argentino Julio Le Park. La relación entre el arte lumínico y el movimiento ha sido patente en gran parte de creaciones, donde las ilusiones ópticas nos generan sensación de movimiento, o incluyendo movimiento real en creaciones que utilizan la luz como materia creativa. Voyage incorpora la luz y el color como elementos esenciales de la composición, e incorpora el movimiento a través del cambio del patrón lumínico de los colores, que a su vez se modifican gracias al uso de los móviles de los usuarios.
Sus creadores, a través de la instalación, invitan a los transeúntes a viajar libremente a los lugares donde la imaginación y los recuerdos de la infancia les lleven, así como a imaginar y pensar creativamente acerca de los espacios que nos rodean, invitándonos a hacer una transición suave entre la realidad y la ensoñación.
Los barquitos han sido creados a partir de placas de polipropileno, un material totalmente reciclable y no tóxico, y han sido unidos entre sí por un resistente cable. Todos ellos incorporan LEDs direccionados de forma individual y que están programados para mostrar los efectos lumínicos, a través de microcontroladores personalizados que reciben los datos y permiten controlar los barcos de forma individual.
El uso del móvil modifica la instalación, la obra varía constantemente gracias a la acción humana, la interacción con el público se convierte en totalmente accesible al permitir cambiar los colores de las luces a los usuarios utilizando su propio móvil, una herramienta que sentimos como propia, cercana e imprescindible en nuestras rutinas diarias.
El resultado es estéticamente impactante, colorista, llamativo, y modifica el lugar y nuestra percepción del mismo de forma profunda, creando un espacio físico inmersivo y envolvente.
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